Agustín Terriza Rodríguez de Guzmán, antiguo alumno del Instituto Eduardo Valencia y que se hospedó en la residencia de estudiantes de Calzada de Calatrava.
Buenas tardes y muchas gracias por esta invitación por parte de los organizadores del 50.º Aniversario de la creación del Instituto de Bachillerato “Eduardo Valencia”, para participar como ponente sobre mi estancia en la Residencia de Estudiantes y profesores de la Obra Social de la Caja de Ahorros de Ronda y Monte de Piedad.
Como ya se ha dicho, en octubre del año 1970, dieron comienzo las clases en el nuevo instituto Eduardo Valencia y al mismo tiempo (26/10/1970) se inauguró en la antigua calle José Antonio hoy Empedrada, la Residencia de estudiantes y profesores, esta se estableció sobre un antigua bodega en la que posteriormente en el año 1956 se instaló la sede de la Congregación y un colegio de las religiosas Misioneras de la Providencia. Esta casa fue adquirida por la Caja de Ahorros de Ronda para su Obra Social, el coste de adquisición fue según noticias de la época, de 5 millones de pesetas (30.000 euros) y además de la residencia, en un ala de la planta baja, se estableció el Hogar del jubilado, se construyeron 21 viviendas y la sede de la sucursal bancaria, cuyo director era Isidoro Ciudad.
En aquella época, un servidor estaba matriculado en el instituto Juan de Ávila de Ciudad Real, donde como se dice actualmente, “no progresaba adecuadamente” , vamos que suspendía hasta el recreo. Mi hermana Mari Carmen, formaba parte del claustro de profesores del nuevo instituto de Calzada y viendo por un lado a nuestro padre lo contento que estaba con mis estudios, y por otra, el progreso descendiente de ellos, propuso mi traslado a la Residencia para continuar los estudios en Calzada de Cva., así se acordó en la familia, aquella decisión era como si me enviaran a “Campillos” de Málaga y tuvo los mismos resultados positivos como si hubiera estado en el mismo San José.
En octubre del curso siguiente llegó el momento de trasladarme a la Residencia, recuerdo mi llegada con mis padres, donde nos recibió D. Carlos, el educador que se encargaba de nuestro cuidado y responsable, tanto de los estudios como de nuestro comportamiento. Nos mostró las dependencias de la casa, en la planta alta: dos dormitorios corridos con capacidad para 60 camas, una sala de estudio, una sala de estar para ocio o descanso con TV, taquillas, aseos y duchas, 3 dormitorios para profesores y el dormitorio de D. Carlos. En la planta baja se encontraba el comedor, la cocina, la sala de visitas y el Hogar de los Jubilados. Nos explicó el funcionamiento de la residencia e hizo hincapié en las estrictas normas de comportamiento, tendríamos 10 puntos el lunes a los cuales le iba restando por mal comportamiento y al perderlos y llegar a 0, el fin de semana quedábamos castigados y no podríamos volver a casa. Aquel
hombre sí que estuvo castigado allí, con 60 alumnos de su padre y de su madre, sin ningún fin de semana libre…. !qué mal se lo hacíamos pasar a veces!. Pues bien, allí me dejaron mis padres y la despedida severa fue – ya sabes, si no apruebas o te portas mal no vienes a Ciudad Real-, no imaginaban lo feliz que iba a ser en Calzada, en el Instituto, y en la Residencia, aprobaba y con buenas notas, pero no era ningún castigo quedarme allí los fines de semana, me lo pasaba estupendamente (mas de una vez perdí los 10 puntos).
Allí nos juntamos alumnos de diferentes edades, cursos y orígenes, de Ciudad Real llegamos 6, Los hermanos Pobladores Pedro y Pablo, los primos Jose Luis y Jose Javier Quejigo, Ramón de Moya (Moncho) y yo, de Puertollano Antonio el Minerillo, de Argamasilla de Calatrava los primos Piedrabuena Angel Luis y José Luis Renilla, de Belvís Domingo, de Almagro, de Bolaños los hermanos Almansa, de Villahermosa, de San Lorenzo, en general llegamos de localidades donde no había autobús escolar como sí lo había en Aldea del Rey, El Viso del Marqués, Granátula de Cva. y los poblados de Mudela.
Al mando de la Residencia, como responsable de su mantenimiento y gestión estaba Bernardino Trujillo, hombre tranquilo, bonachón que nos tenía aprecio a todos los alumnos y nosotros a él, la cocina estaba a cargo de 2 mujeres Carmen, una mujer bajita, bondadosa, afable y cariñosa (guardaba las tortas riquísimas que sobraban en el desayuno y algunos íbamos a pedirlas a escondidas de los demás y de Bernardino claro) y Macrina (hasta entonces nunca había escuchado ese nombre) era una mujer enérgica, alegre y muy activa, sabía manejar a cada uno de nosotros y lo pasábamos bien con sus chascarrillos…
La convivencia entre los alumnos era óptima, no recuerdo enfrentamientos serios entre nosotros y a pesar de ir a distintos cursos, desde 3º el más pequeño hasta COU los mayores, todos eramos amigos, incluso salíamos juntos en grupo los sábados por la noche, cuando íbamos al cine los que nos quedábamos el fin de semana, algunos por castigo y otros por gusto o necesidad.
En las taquillas se llevaban a cambio transacciones y ventas de cualquier producto entre los
residentes: José Luis Quejigo traía los lunes un plum cake que su madre le preparaba con todo su cariño y que él lo cambiaba o vendía por tabaco normalmente, yo guardaba las tortas deliciosas que me daba Carmen la cocinera haciendo trueque con ellas por tabaco normalmente, que era el bien más demandado, el que mejor ejercía de comerciante era Domingo, guardaba todos sus bienes hasta el final de semana donde la demanda era superior porque se habían consumidos y claro obtenía mejores precios o mejores trueques. Era buen comerciante.
Teníamos un horario estricto y el que no lo cumplía iba perdiendo puntos, nos levantaban a las 7:00, teniendo que estar a las 7:15 después de medio asearnos en el Estudio (allí se solían perder puntos por llegar tarde) hasta las 8.00 que hacíamos las camas, terminábamos de asearnos y bajábamos a desayunar, para estar en el instituto a las 9:00. La comida a las 2:00 pm, la merienda (pan y chocolate) a las 6 con salida incluida a la calle y a las 7 hasta las 9 que cenábamos, tiempo de estudio.
Ademas de los alumnos y del educador D. Carlos, también compartían residencia varios profesores del Instituto, en concreto D. Pedro (no recuerdo el apellido) que era profesor de ¿lengua o francés?, era un hombre mayor, serio y se relacionaba poco con nosotros. D. Carlos Rodríguez (Granaino) joven y extrovertido, al cual le gustaba juntarse con los alumnos, sobre todo con los mayores pues no se llevaba mucha edad entre ellos, era gracioso y guasón, lo recuerdo siempre de buen humor. Una vez que su compañero D. Pedro estaba malo en cama (algo de poca importancia), cuando D. Carlos fué a preguntar por su salud, lo hizo llevando unos candelabros encendidos y con la música del Requién de Mozart en un radio-casette, no vimos la cara que puso D. Pedro pero conociéndolo seguro que no le hizo ninguna gracia.
También estaba conviviendo D. Honorio Díaz, hombre de mediana edad, muy educado y serio el cual impartía la clase de inglés. Todos ellos comían y cenaban después que lo hiciéramos los alumnos, supongo que por descansar en algún momento de nosotros. Ocurrió una anécdota con D. Honorio que indicaba qué clase de hombre era y fué el caso “whatergate” como él lo llamó por su coincidencia en el tiempo con el robo de papeles al Partido Demócrata por el gobierno de Richard Nixon. Teníamos previsto un examen de inglés y aprovechando que D. Honorio estaba cenando y su habitación libre, se le ocurrió a alguno de los que allí estábamos el entrar a su dormitorio a buscar el examen preparado, alguno entró, lo encontró; y los que estábamos en la Residencia preparamos para el día siguiente el examen, previamente acordamos no responder a todas las preguntas para no levantar sospechas (creo que no se hizo). A los pocos días del examen, D. Honorio leyó las notas de toda la clase, cuando leyó las de los que estábamos en la residencia nos miraba y decía: -Suspenso-, no lo podíamos creer, todos suspensos, al final de clase cuando se despidió, nos dijo – los del caso watergate cuando quieran lo hablamos-.
Hasta el día de hoy, ni lo hablamos ni jamás nos delató a nadie, ni en el Instituto, ni en la residencia, aquello era una falta muy grave y podría habernos costado un gran disgusto, no comentó nada, ni tan siquiera con mi hermana que era compañera. Todo un caballero al cual le estuve muy agradecido. ¿Que cómo lo supo? Alguno hizo un examen para 10, cosa impensable él…
La creación de la Residencia de Estudiantes junto con la creación del Instituto, supuso para Calzada un paso más en su desarrollo e importancia a nivel provincial, atrayendo juventud y creando puestos de trabajo ligados a ellos (Alimentación, transporte, profesorado, personal laboral, librería, etc.) y relacionados (llegó a contar con 2 discotecas, mientras que en pueblos cercanos no había ninguna). Por cierto la ubicación de la Residencia tenía una característica inigualable y era que desde sus balcones y desde la puerta controlábamos la entrada y salida del parque y de Paraíso Pop, donde iba la mayoría de la gente joven con el buen tiempo y nuestra meriendas vespertinas iban orientadas en esa dirección para relacionarnos con las chicas que por allí paseaban que en la adolescencia suponía la mayor prioridad.
Para mí, supuso que mi vida a partir de entonces ha estado ligada a este pueblo en todos los
ámbitos, desde el mejor amigo de toda la vida, hasta mi mujer, con las cual llevo unida a ella entre novio y casado un total de 45 años….y todo Gracias a este gran pueblo de Calzada de Calatrava.