Cada vez más gente a declarar por las herejías en Almadén

Plano de Almadén del siglo XIX. Fuente: Centro Nacional de Información Geográfica.

Plano de Almadén del siglo XIX. Fuente: Centro Nacional de Información Geográfica.

En este tercer día comienza a declarar por la mañana María Usana que afirma haber escuchado que Ana (a) La Fresna echó el mal de ojo a Josefa Marín González; que María (a) La Segadora curó a Concepción –mujer de Miguel de Castro- y que tanto Ana Marín como La Lorcana eran brujas que curaban santiguando y echando aceite sobre el agua para ver si el enfermo tenía o no el mal de ojo. Juana de Castro afirma haber visto a José Trujillo ir a casa de Ana Marín a amenazarla porque consideraba que el tratamiento a su mujer le había producido la muerte, sacando de su casa un arca y haciéndola pedazos; que La Lorcana había curado a un hijo suyo y que a Concepción la curó una mujer de Chillón, La Segadora, ya que no aceptó que la curase Antonia Rincona por haberle pedido una peseta por su trabajo.

Manuel Martínez del Hoyo refiere lo de por qué José Usano no quiso casarse con Bárbara, la hija de Ana Marín; que ésta curó a Diego Ramírez lo curó echándole una cosa parecida a una piel de lagarto y que en Alamillo hay una mujer que también echaba el mal de ojo. Miguel Ruiz dijo saber que José Melchor cura las culebrillas mediante oraciones, el cual le dijo que Everardo Pavis le había dicho que sólo se debía adorar a Jesús Sacramentado y no a los Santos, a la Virgen, a Jesús crucificado o alguna otra imagen; que, según Domingo González, quedó con dos mujeres de La Puebla en una huerta y, cuando se encontraron, se asustó al verlas que estaban vestidas como brujas. Miguel Dorado y su mujer aconsejaban a María Brígida, natural de Agudo y vecina de Almadén, que fuera a misa por lo que por estas insistencias logró regresar a su pueblo. A Josefa Mancebo le informó Jerónima Navarro que para que a una mujer lo quisiera un hombre debía darle de beber un mejunje compuesto de pelos de todas las partes del cuerpo mezclado con sangra de la menstruación, como así se lo hizo a Josefa Batanera. Juan Cádiz de Escobar habló de la blasfemia que dijo Alfonso Arcayos cuando salía de misa: “muera Jesús y viva el demonio. Provinciana Fernández oyó de Jerónima Navarro que Catalina, que vive en casa de Francisca Amador (a) La sola, le hizo una mezcla con sangre y pelos suyos, que echaron en unos pañuelos y cuando estuvo presente el sujeto para el que lo hicieron le dijeron que se metiera en la boca una aguja sin ojo, cosa que hizo, a la vez que Catalina mandó a Jerónima pronunciar estas palabras: “una fuente tengo en la frente [los pañuelos que habían preparado] donde te miras y recreas; lo que te digan nunca lo creas, pues te aseguro y te prometo que has de andar tras mí como la cruz tras el muerto”. Lo del mejunje que hizo Catalina también lo refirió Ana Ramírez e Isabel Fernández. Juan de los Ríos dijo haberle curado de erisipela, con un mechón de lana, Diego e Isabel de Sola y a su hijo La Lorcana, que lo llevaban a su casa durante el crepúsculo. Sobre magia blanca, Pedro Miguel Florido cuenta que José Santiso le hizo escribir en un papel las palabras “Jesús”, “María” y “José”, que lo quemó con un candil, frotó las cenizas en su brazo y vio cómo volvía a aparecer el papel con las mismas palabras que él había puesto. Simón Álvarez y Catalina Beltrán acusan a Josefa Infante y Las Lasas, respectivamente, de brujas; y lo mismo hace Joaquina Muñoz de La Bendita, Antonia –mujer de un sastre-, La Pepa –de Almadenejos- y Jerónima (a) La Virrueca. Josefa Sánchez de Arcos afirma haber oído a Teresa (a) La Calderera, vecina de Ciudad Real, que convertía los hombres en bestias u otras figuras y que La Tierna intentó echarle el mal de ojo a Josefa Marín González mediante un gajo de uvas pero que lo evitó Andrés Sevillano, por lo que amenazó a su marido; también había oído que Miguel de Paz curaba la erisipela con un mechón de lana y hojas de romaza mojadas en aceite. Miguel Laguna cuenta que estando en una era se le acercó un perro pachón, de Cristóbal Garzón, a Lucía Landero y apenas esta mujer dijo “chucho” comenzó el perro a dar vueltas, se metió debajo de un carro y reventó a las veinticuatro horas; que oyó decir a un forzado de las minas –apodado Patán- que se cagaba en el primer bocado que comía el Padre Prior, a lo que respondió su acompañante, Felipe Mila, que merecía que lo quemaran. María Juliana Moraleda afirma que su marido, Miguel de Paz, cura la erisipela con sólo nombrar a Jesús y María y que llevó a curar el mal de ojo a una hija suya a casa de La Lorcana. Petronila María indica que su hermano Manuel Infante lo atontó Ana Marín, poniéndole la mano en la cabeza, de tal forma que estuvo tres días perdido sin saber por dónde iba. Francisco Cordobés habla sobre los diversos matrimonios de Francisca (a) La Sola; del mal comportamiento en misa en la Iglesia de San Juan de Francisco Astorga, al elevar el sacerdote la hostia y el cáliz, y del maltrato a los perros por parte de los niños, atando sus extremidades con bramante y arrancándoles la cabeza. Francisco de los Santos dice que Andrés Ortiz de Puelles había ido a conjurar a su hermana y ésta dijo que parase porque se estaba ahogando, por lo que avisaron a Ana Marín, que no quiso curarla y murió más tarde.

María Lozano Altamirano jura haber escuchado en su infancia que Ana Marín era bruja y curada maleficio; que un hijo suyo, el sacerdote Andrés Ortiz de Puelles, conjuró a su hija pero que no dio resultado y murió esa misma noche; que Catalina (a) Pata de Palo curó a su marido de fuertes dolores de cabeza, a pesar de haber tomado varias medicinas, mediante sahumerios; que había oído que La Lorcana, Ana Marín y La Rincona eran brujas y que Catalina  Quemadas curaba el mal de ojo echando unas gotas de aceite en un vaso de agua, a la vez que decía oraciones y santiguaba; que La Rabanera curaba la erisipela y las culebrillas con yerbas y oraciones, lo mismo que lo hacía Miguel de Paz; que Las Lasas y La Segadora –todas vecinas de Chillón- son brujas, comentando que la última había maleficiado a su marido. Cuenta también los diversos matrimonios de Francisca Amador (a) La Sola y el doble matrimonio de María de Parra, que se casó estando ausente su marido del pueblo. Ana Sánchez, natural de Villamayor de Calatrava y vecina de Almadén, en su declaración refiere el hechizo del gajo de uvas de La Tierna a Josefa Marín González; que Ana Cuéllar quitaba las verrugas, echando un puñado de garbanzos en un pozo, conforme estos se iban pudriendo; que estando viendo la procesión del Viernes Santo, en Porzuna, alguien tiró un cohete. Ana Morena dijo tener la capacidad de curar sólo con poner las manos y decir esta oración: “Virgen María, primero tu gracia y luego la mía”, por ser una gracia que Dios le ha dado. Francisca Sánchez Caravantes conoce en Daimiel a una mujer, La Polonia, que es bruja y afirmó haber oído de Francisca Pérez de la Hidalgo que una mujer de Alamillo sanó a un hijo de una mujer de un sangrado dándole de comer una  miga de pan, mojada en la sangre, a un cerdo pero la madre se volvió loca, teniendo que ir a conjurarla algunos sacerdotes.

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