Para acceder a la Iglesia se tenía que subir unas escaleras -donde al final había dos pilastras, una a la izquierda y otra a la derecha- por donde entrabas al pórtico, que tenía dos columnas a ambos lados, y al final había una puerta desde la que se accedía al baptisterio, con su pila bautismal, y a su derecha e izquierda una escalera por la que se subía al coro alto y a cada una de las dos torres. Más adelantes estaba la nave central, con cada una de sus colaterales, formando un rectángulo, en cuyo centro había cuatro pilares que sostenían a los cuatro arcos torales sobre los que descansaba la cúpula. En el centro de cada una de las naves colaterales había dos altares con su peana, para colocar una imagen religiosa; lo mismo había en el lado del evangelio y de la epístola al final de dichas naves. Subiendo las escaleras por las que se accedía al presbiterio, en el lado izquierdo estaba el ante-archivo –con una puerta de acceso al archivo- y en el lado derecho la ante-sacristía –desde donde se accedía a la sacristía y que tenía un edificio contiguo dependiente de la misma. Ya en el presbiterio, detrás de él estaba el coro bajo -donde se sentaban, sobre todo en celebraciones solemnes, los sacerdotes concelebrantes- el sagrario o tabernáculo y –a izquierda y derecha del mismo, dos peanas más. Desde la sacristía y el archivo se accedía, a través de una escalera, al camarín.
El 19 de julio de 1849, siendo Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas Juan Bravo Murillo, por la ley de pesos y medidas se establece el Sistema Métrico Decimal, basado en lo determinado por la Asamblea Nacional Francesa en 1791. Esta ley tuvo muchas dificultades para su puesta en marcha, por lo que en el presupuesto de la Iglesia las medidas vienen en pies y varas castellanas, cuya equivalencia, establecida por Real Orden de 9 de diciembre de 1852, son las siguientes:
1 vara castellana = 0,835905 metros.
1 pie castellano = 0,278635 metros.
1 varas castellana = 3 pies castellanos.
Una vez descrito uno de los planos de la Iglesia que el arquitecto Juan José de Alzaga hizo y la relación entre las medidas que utilizó con las del Sistema Métrico Decimal, veamos cuál fue, en detalle, el coste de la reedificación de la Iglesia parroquial de Calzada de Calatrava. La Iglesia tenía 180 pies de largo (sobre unos 50 metros) por 100 pies de ancho (sobre unos 28 metros):
Cimientos(53.320 reales): por su excavación (1.720 varas cúbicas), con una profundidad mayor o, al menos, de término medio, entre 2 ½ varas y 2 varas de grueso en las paredes principales; y su relleno con piedra caliza –o de la que se encuentre mejor en el pueblo- reforzado con ladrillo o sillarejo. Para la junta con el resto del edificio su usará ladrillo.
Para la base de todas las paredes del templo(176.706 reales), con piedras pequeñas bien labradas (29.451 pies cúbicos), de la mejor calidad que haya en las canteras del término, de las siguientes dimensiones: 2 x 2,5 x 1,5 pies (largo, ancho y alto).
Por el material para la construcción (271.200 pies cúbicos, 406.830 reales), de ladrillo de buena calidad, con mezcla de cal y arena.
Por la construcción de los cuatro pilares(13.608 pies cúbicos, 40.824 reales), de ladrillos de buena calidad, que sostienen los cuatro arcos torales.
Por la construcción de los cuatro arcos torales, dos del presbiterio y uno del coro (7.840 pies cúbicos, 27.440 reales), con ladrillo de buena calidad.
Por la construcción de los cuatro arcos colaterales de la nave principal (3.760 pies cúbicos, 12.220 reales), con ladrillo de buena calidad.
Por las dos columnas del pórtico (972 pies cúbicos, 25.272 reales), compuesta cada una de tres piezas –con sus respectivas basas y capiteles.
Por las dos pilastras angulares (972 pies cúbicos, 9.720 reales), que forman el pórtico con las dos columnas anteriores, con sus correspondientes basas y capiteles.
Por la piedra labrada para la cornisa del grupo principal del pórtico (375 pies cúbicos, 11.250 reales).
Por las 162 tapias (17.312 reales)para la bóveda en los cuerpos colaterales de la nave principal, el pórtico y el bajo de las dos torres y por colocar las cimbras en las mismas.
Por las 158 tapias (19.272 reales) para la bóveda del cuerpo principal de la Iglesia, que irá guarnecida con yeso negro por la parte interior de la misma, con inclusión de lunetos y la colocación de las cimbras.
Por 4.126 pies cúbicos de ladrillo (16.504 reales) para el crucero, guarnecido de yeso negro.
Guarnecido (22.655 reales), con 985 tapias, de las paredes del todo el interior de la Iglesia y blanquearlas.
Por cubrir de pizarra o de plomo la cúpula (15.000 reales) con los demás puntos anejos a ellas, para la separación de las aguas, con inclusión de la linterna o chapitel de la misma.
Por la armadura de los tejados (34.200 reales), construidas de madera curada y con cortes de construcción esmerada.
Por 530 tapias (47.700 reales) para los tejados y sus correspondientes tejas, incluyendo su colocación.
Por 1.162 tapias para enlucir (11.620 reales) todo el exterior del edificio.
Por el pintado (5.000 reales), imitando a la piedra berroqueña o de colmena, en donde se estime conveniente en la parte exterior de la Iglesia.
Por 924 pies lineales de cornisa (11.088 reales) que rodeen a todo el templo por su exterior.
Guarnecido del interior del templo (8.865 reales), mediante 985 baldosas, con sus perfiles y adornos correspondientes.
Por 24.620 pies cúbicos de ladrillo fino (73.920 reales)para las dos torres.
Por 432 pies cúbicos de cornisa (6.912 reales), de piedra labrada, para la parte superior de las torres, con molduras bien pronunciadas y tirón suficiente para la seguridad de la construcción.
Por revocar (4.600 reales), con buen estuco, alisando y blanqueando con lechadas de cal ambas torres, imitando a piedra berroqueñas o de colmenas.
Por los chapiteles de las dos torres (28.000 reales), con armazón de madera de buena calidad y cubiertos de pizarra o plomo, y las dos cruces y bolas de metal de los mismos.
Por la escalera para subir al pórtico (5.280 reales), de piedra labrada hecha a picón.
Por 2.911 pies superficiales de losa labrada (11.644 reales), con grueso de medio pie, para el pórtico y presbiterio del templo.
Por la grada para subir al presbiterio (2.160 reales), de moldura convexa lisa.
Por 10.520 pies superficiales, de losa labrada a picón y grueso de medio pie, para pavimentar la Iglesia (36.820 reales)
Por cuatro escaleras de madera (8.600 reales) –dos para las torres, una para la subida al coro y otra para la comunicación al camarín de la Virgen.
Por dos ventanas grandes de fachada con montantes semicirculares (1.600 reales) –en el cuerpo de las dos torres-, con vidrieras, su herraje y pintadas al óleo por su exterior y a temple por su interior.
Por cinco ventanas, con herraje en vidriera (3.200 reales), en la sacristía y piezas contiguas.
Por otras cinco ventanas sobre la sacristía y el camarín de la Virgen (3.000 reales), de igual construcción que las anteriores.
Por catorce rejas (7.000 reales) para las ventanas de la sacristía y demás piezas contiguas.
Por seis ventanas semicirculares (3.600 reales) -con sus bóvedas de media luna, cercos, vidrieras y bastidores-, en el cuerpo principal de la Iglesia.
Por tres puertas de entrada al templo (10.000 reales) –la principal y dos colaterales- de madera de calidad y la primera pintada al óleo.
Por diez puertas (4.000 reales) –de ensamblaje fino y de madera de calidad- para la sacristía, archivo, coro y subida al camarín.
Por colocar los andamios, la compra de herramientas, adquisición de máquinas para la construcción y otros gastos imprevistos (71.500 reales).
La suma total de lo costaba construir la Iglesia parroquial ascendía a la cantidad de 1.254.634 reales.
De este presupuesto se debían descontar lo que los vecinos del pueblo o la Junta Inspectora y Administrativa proporcionase en recursos administrativos y trabajos voluntarios. En esas fechas, las personas estaban utilizando como templo una ermita –situada en la actual parroquia-, que apenas podía albergar a 200 almas, en un pueblo tan eminentemente católico y ansioso de ver terminado su nuevo templo. Estos motivos hacían necesario la construcción de un nuevo templo, aunque fuera de fácil ejecución: como éste que presentó Juan José de Alzaga, que no llevaba piedra labrada más que en el zócalo o basamento general, pórtico y otros puntos donde era necesario; siendo lo demás de ladrillo y mampostería combinadas. Dicho arquitecto estimó que se tardaría en hacer el templo unos cuatro años, trabajando los nueve o diez meses más útiles del año –proporcionando entre doce a tres mil duros, anualmente, para el pago de los jornales y entrega de materiales que el pueblo no podía proporcionar. Para evitar suspensiones en la obra o demasiada lentitud, Alzaga estableció una metodología de trabajo, que puso en conocimiento de la Junta de Inspección Administrativa, para que se hiciera entrega de los materiales oportunos y se estableciesen las contratas parciales a su debido tiempo y forma. Además, consideró que con el esfuerzo que el pueblo prometía hacer el proyecto tendría un buen éxito.
Vistos el informe pericial, los planos y el presupuesto por el Arzobispo de Toledo y el Gobernador Civil, conforme al artículo 10 del Real Decreto, de 19 de noviembre de 1851, que derogó el anterior decreto de 4 de diciembre de 1845, hicieron las oportunas observaciones y consideraron estar de acuerdo con el presupuesto y la ejecución de las obras, por lo que el expediente de reparación de la Iglesia parroquial fue enviado al Ministerio de Gracia y Justicia el 22 de octubre de 1852, para que lo pusiera en conocimiento de S. M. y resolver lo que estimara conveniente. Desde el Ministerio de Gracia y Justicia, el secretario de la Cámara Eclesiástica, Manuel María Moreno, el 29 de diciembre de 1852, devuelve el expediente al Arzobispado de Toledo por estimar que el presupuesto no puede acomodarse a los fondos destinados por el Estado a la reedificación y construcción de los templos. El 22 de enero de 1853, el Arzobispado contacta con su arquitecto titular, Francisco Enríquez Ferrer, para que se encargue de llevar a cabo un nuevo proyecto y cuyo presupuesto sea menor al que se acaba de rechazar por el Ministerio, el cual es informado de esta nueva situación por el Subsecretario del Arzobispado de Toledo, Rafael Ramírez de Arellano.