La Hermandad del Pecado Mortal, nacida en el siglo XVII bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza, se estableció en Madrid en la parroquia de San Juan Bautista para la asistencia de los enfermos pobres. Se declaró enemiga del pecado, pero amiga fervorosa del pecados y dividió la población en cuarteles recorriéndolos por parejas durante la noche, pidiendo limosna y predicando arrepentimiento desde las calles solitarias. También ofreció albergue a mujeres embarazadas no casadas.
El año 1808 aparecía dividido Madrid, para los trabajos de la Hermandad, en cuatro cuarteles: Barquillo, Maravillas, San Francisco y San Lorenzo. Y como cada cuartel se hallaba subdividido en siete circunscripciones, una por cada día de la semana, transcurridos los siete días quedaba hecho el recorrido completo de la ciudad.
Los Hermanos, cuando les llegaba el turno, salían a rondar e iban a la casa donde se les entregaba una linterna, una bolsa y el libro de los cuarteles y las saetas. Así preparados salían por parejas, lanzando su pregón lastimero: “Para hacer bien y decir misas por los que están en pecado mortal” y cantando las saetillas.
La impresión que producía a la gente esas canciones lanzadas por los Hermanos del Pecado Mortal aparece descrita en el “Libro en que se demuestra la distribución y repartimiento de los quatro quarteles en que está dividido Madrid, en los siete días de la semana, para las rondas nocturnas que practican los Señores Hermanos de la Real Hermandad de María Santísima de la Esperanza». En este pequeño libro, editado por la imprenta de Collado en 1808, por haberse agotado la primera edición de finales del siglo anterior, se lee:
“Para llenar el otro objeto, que aún es más interesante, de retraer a las almas de la culpa y sacar a otras del abismo de ellas, se dispuso con el mejor acierto el que los Señores Hermanos echasen algunas saetas que, en versos breves, encerrasen un aviso moral, capaz de despertar a los pecadores del sueño de sus vicios”.
Y más adelante:
“El silencio de la noche, tal vez su obscuridad y lo solitario de algunos barrios, proporciona al vicioso el logro de sus malos deseos: y quién sabe si en aquel momento una voz firme y sonora, que pronuncie estos avisos morales, penetrará en el corazón de aquel infeliz y le hará retraer de su mal intento”.
De la Hermandad del Pecado Mortal ya no queda nada, incluso la casa que tenían en la calle del Rosal desapareció en 1926 debido a la remodelación de la Gran Vía.