Con la publicación de Remedio universal del agua natural comienza en España una polémica en España al considerar que casi todas las enfermedades se curaban bebiendo grandes cantidades de agua. Los médicos, al principio, consideraron esta postura como visionaria pero posteriormente algunos galenos comenzaron a defender este método y a ponerlo en práctica por lo que, con el paso del tiempo, llegó a alcanzar popularidad entre la población, produciéndose enfrentamientos entre los partidarios de ambas opciones.La polémica más encarnizada se produce en Madrid, donde se difunde un anónimo titulado Uso del agua fría con nieve en el que se afirman que con este remedio no hace falta ni médico ni medicinas para curarse. Al poco tiempo irrumpe en el debate el personaje más notorio de la controversia del agua: el doctor Vicente Pérez, que encontró un ambiente muy propicio para divulgar sus teorías, saliendo a la luz, en 1752, su obra El Promotor de la salud de los hombres, sin dispendio el menor de sus caudales: admirable método de curar todo mal con brevedad, seguridad y a placer… donde declara al agua como remedio universal, el método acuario, en el que comenta su experiencia en las epidemias de Pozoblanco y Santa Cruz de Mudela aportando datos de las curaciones que él ha realizado. Respecto a la epidemia de peste que asoló, en 1740, la localidad de Santa Cruz de Mudela comenta lo siguiente:
“El año 1749 padeció la villa de Santa Cruz de Mudela una epidemia, que los más doctos bautizaron con el nombre de peste. Concurrieron todos los Profesores de la Mancha y fue, en la realidad, peste su asistencia. Murieron un gran número de gente; y después de haberla cogido aún los más sanos, se ausentaron sin haberle dado solución.
En estado tan deplorable se hallaba Santa Cruz, cuando determinaron enviarme, apelando del rigor de tanto médico homicida, para aplicar mi teoría sobre la administración del agua. Llegué aa Santa Cruz; y no bien había puesto pie en tierra, cuando acompañado de la Señora Justicia, pasé a ver siete enfermos, a quienes estaban ya auxiliando. Logré curar a todos, los que pueden deponer, porque aún viven. Proseguí con la administración del agua, y a los veinte días de asistencia, eran seiscientos los dolientes que confesaban deber al agua la total curación de su dolencia. Cesó la epidemia en el lugar y se levantó otra epidemia contra mí de dicterios, calumnias, e imposturas, que alentaron los profesores de la Mancha. Pero no se detiene la luna, aunque la ladren los perros; prosigue, despreciando sus latidos.
Proseguí mi camino a Pozoblanco, donde residí hasta 1742. En 1743 regresé a Santa Cruz a establecer allí mi residencia, y beneficiar con mi curación a toda la Mancha. He residido nueve años en Santa Cruz, administrando el agua con tanta felicidad, que en el espacio de los nueve años apenas se oyó tocar a muerto. Asistí en este tiempo a veinte poblaciones, entre ellas las de Alcaraz y Ciudad Real, que pueden deponer de los aciertos de mi curación. Tan asegurados vivían del método de mi curación los hombres más advertidos de Santa Cruz, que desafiaban a los males, y hacían burla de las mayores fiebres; pues tenían repetidas experiencias, de que se corregían sólo con el agua en un breve espacio de cuarenta y ocho horas, quedando el enfermo con mucha más robustez, que la que gozaba antes de enfermar. Hasta las bestias pudieran deponer en este asunto; pues también a ellas ha alcanzado el beneficio. No ha sido una sola vez, la que las he curado con solo el agua”.
El promotor de la salud tuvo gran éxito, volviéndose a reeditar varias veces y generó polémica entre los facultativos de Madrid, manifestándose unos a favor y otros en contra.