El informe pericial de Alzaga: hay que construir una nueva iglesia

Fachada principal de la nueva Iglesia parroquial de la Calzada de Calatrava, del arquitecto Juan José de Alzaga. Fuente de la foto: ARCHIVO DIOCESANO DE TOLEDO

Juan José de Alzaga nació en Guipúzcoa en 1791 y, una vez obtuvo el título de arquitecto en 1821, fue nombrado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1835, académico de mérito. Muy relacionado con Segovia, ya que fue maestro de Geometría y Dibujo en la Escuela de Nobles Artes –llamada originalmente Escuela Práctica de Dibujo, que desapareció en la Guerra de la Independencia y fue restablecida, en 1817 por Fernando VII- y arquitecto maestro de obras y fontanero mayor de Segovia. Publica el informe técnico Memoria descriptiva del Puente Acueducto de la Ciudad de Segovia (1835), donde hace referencia al farol que había en la Virgen del acueducto:

«Al lado de esta efigie, en el mismo pilar, aún permanece el armazón o palomilla de hierro donde se aseguraba un farol llamado de la Virgen, que, en la continuación de una costumbre antiquísima, tenía por una devoción esmerada de encenderle todas las noches la piedad de Antonio Mete, de oficio silletero, vecino de dicha ciudad, sin otro auxilio para subir a una altura de 85 pies que las escabrosidades y eminencias que presentan los sillares que forman el mismo machón y la enjuta de los arcos del primer cuerpo; pero después de la muerte de éste célebre silletero, que acaeció en 1802, nadie ha querido imitar una devoción tan singular».

Fue el encargado, por el intendente de Rentas de la provincia de Ciudad Real, para examinar el templo -incendiado en Calzada de Calatrava durante la Primera Guerra Carlista-, hiciera el presupuesto de gastos y levantara los planos de las obras a realizar. Dicho informe pericial lo llevó a cabo en mayo de 1851, observando que las paredes de la Iglesia parroquial se hallaban muy deterioradas y con grandes brechas o fracturas notables para intentar su recomposición, siendo su estado precario. Procedió al registro material de su verticalidad, al examen de su resistencia y a la cohesión de sus materias, y las halló fuera de su posición vertical y con varios pegotes de fábrica, de épocas anteriores, para reforzarlas en su parte exterior –seguramente debido a los desperfectos que sufrió la Iglesia parroquial como consecuencia del terremoto de Lisboa, el 1 de octubre de 1755, como así lo indica el informe que el Ayuntamiento de Calzada de Calatrava envió al Intendente de Almagro:

«Se oyó un pavoroso ruido en la tierra y, al mismo tiempo, moverse varias veces, con tanto ímpetu, que causó efectos desastrosos tanto en Iglesia como en las personas que estaban dentro de la misma. Todos los que se hallaban dentro, nada más sentir el terremoto y ver que se hundían las bóvedas, salieron por la puerta del Sol, que era la única que estaba abierta, quedando muchos cuerpos atravesados en dicha puerta, tanto hombres como mujeres. Se verificó la muerte de una mujer embarazada, sacando a otras personas agonizantes y malheridas, por lo que fue preciso la administración del Santo Sacramento de la Extremaunción, que se trajo del convento de padres Capuchinos, al no poderse sacar el de la Iglesia.

Fue un clérigo diácono, con inminente riesgo, quien pudo sacar el Santísimo Sacramento y se lo entregó al Párroco, que lo colocó en la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Una vez pasado el peligro, el Párroco celebró una misa en el convento de padres Capuchinos.

El terremoto duró unos siete minutos y la Iglesia se partió por diferentes sitios -especialmente el testero del presbiterio, pared, cortina y torre contigua a ella- y se destrozó el órgano. La Iglesia ha quedado muy destrozada que parece no poderse reparar y se halla cerrada por no poderse usar.

Las Casas Capitulares y las del pueblo se destruyeron, necesitando reparos; por lo que el Párroco de la villa acordó que los Maestros alarifes reconociesen la Parroquia, junto con el Maestro de arquitectura Juan Alejandro Núñez, residente en la villa de Almagro, a fin de remediar el grave daño procurando descargar, apuntalar y reparar. El Maestro de arquitectura determinó, judicialmente, que no había visto mayor destrozo que el de la Iglesia.

También se notó que el agua de las fuentes y de los pozos estaba turbia, con mal olor y saber, lo que se le atribuyó a las grandes lluvias que habían precedido al terremoto. Los pozos crecieron casi hasta llegar hasta la superficie de la tierra, teniendo una profundidad de ocho a diez varas.

Asimismo, se advirtió que durante y después del terremoto el sol no estaba claro ni calentaba estimando por verosímil que los vapores exhalados de la tierra, por su densidad y composición, impedían la penetración de los rayos del sol».

Comprobó que las paredes maestras se hallaban considerablemente calcinadas, por efecto del incendio que había sufrido el templo en febrero de 1838; vio que de las dos capillas colaterales -en las que estaban situadas las imágenes de Ntra. Sra. del Carmen y la del Santísimo Cristo-, la sacristía y otras piezas accesorias no habían quedado vestigios ninguno y que el estado de la torre era deplorable, ya que llevaba varios años sin tejado ni ningún otro tipo de cubierta, por lo que estuvo sujeta a los efectos ruinosos de la intemperie, devorado su chapitel y calcinadas sus paredes en mayor o menor grado, como todo el templo. Por todo ello, el arquitecto consideró que no era posible una recomposición del templo y que sus restos sólo podrían servir como aprovechamiento de los materiales para realizar una nueva Iglesia parroquial.

Todo lo anteriormente expuesto lo hizo saber al párroco, al alcalde y a las demás personas que componían el Ayuntamiento, a la Junta de Administración y a un superior –posiblemente fuese el Gobernador de la provincia de Ciudad Real- que en ese día del reconocimiento pasó por Calzada. Todos, a la vista del informe pericial, acordaron que lo más equitativo era la reedificación de la Iglesia desde su nueva planta, procediendo a la formación de los planos que, una vez terminados, serían enviados a la Real Academia de San Fernando para su aprobación o corrección, en caso de necesitarla, de acuerdo con la Real Cédula de octubre de 1814, publicada por Fernando VII y que en la que se hacía saber que ningún Tribunal, Juez o Magistrado de la Corte concediese título o facultad para poder medir, tasar, o dirigir fábricas sin que precediese el examen y aprobación que le diese la Academia de ser hábil para estos menesteres.

Este informe no es remitido al Gobierno de la provincia de Ciudad Real, por lo que esta institución, una vez ha sido advertida por el Ministerio de Gracia y Justicia de que no ha recibido la documentación del arquitecto Alzaga, exige a dicho arquitecto, en septiembre de 1851, que se dé prisa en enviar el trabajo realizado para adjuntarlo al expediente de reparación de la Iglesia parroquial de Calzada de Calatrava. Y es en marzo de 1852 cuando el informe pericial, junto con el presupuesto y los planos, es enviado al Gobierno de la provincia de Ciudad Real, en el que se dice lo siguiente:

En presencia del párroco, José Moreno, el Alcalde 1º y la Junta Inspectora o de Administración, observo que las cuatro paredes maestras, sobre las que descansaban los tejados altos del cuerpo principal del templo –de mampostería común con sillarejos en los revueltos angulares de su perímetro-, estaban muy  deterioradas y ruinosas, debido a los grandes desplomes que se registraban, con hendiduras y grietas muy notables, como también por el mal estado de sus materiales, debido a la calcinación que sufrieron con el espantoso incendio. También era de destacar los desastrosos efectos producidos, por la exposición del templo a la intemperie, durante tanto tiempo después de aquella catástrofe en los restos que quedaron; y que el estado de solidez y seguridad no era el más satisfactorio, tanto por los desastres ocurridos por el incendio como de las reparaciones que se le hicieron a la Iglesia en anteriores épocas –como lo probaban las diversas recomposiciones que había tenido, echas por maestros cuyas reparaciones no tuvieron la más moderada recomposición a la hora de reforzar las paredes para evitar su desplome; reduciendo a colocar únicamente, por su parte exterior, meros pegotes o masas de efímero refuerzo.

En este segundo informe pericial, el arquitecto Alzaga hace mención a la ineficacia de las obras que se hicieron, después del incendio, para intentar la compostura de las paredes maestras, faltándole las dos capillas colaterales que tenía unidas a la nave principal, por la parte Norte y Sur, con las advocaciones a Ntra. Sra. del Carmen y al Santísimo Cristo del Sagrario, habiendo desaparecido hasta los cimientos, la sacristía, las capillas y otros departamentos, no menos importante, que formaban la Iglesia parroquial. Como en el primer informe, ve imposible la reedificación, siendo necesario y forzoso pensar en la construcción de una nueva Iglesia, considerando a la incendiada como auxiliar en la modificación, aprovechando todos sus materiales o restos en la erección de la nueva, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades de una población notoriamente de importancia.

Este nuevo informe pericial lo dio a conocer, como el primero, a las autoridades competentes que lo ratificaron sin ningún género de dudas, declarando que era la mejor opción y la más equitativa, dado el estado actual del templo y sus accesorios. Y remitidos, por parte del Ministerio de Gracia y Justicia, los dos proyectos que hizo a la Real Academia de San Fernando, ésta contestó lo siguiente:

«Real Academia de Nobles  Artes de San Fernando, sección de arquitectura. Esta sección, en su junta del 23 del corriente, ha visto detenidamente los proyectos que Vd. Se ha servido remitir a su censura confidencial para la Iglesia Parroquial de la Calzada de Calatrava, y aunque ambos los hallo bien entendidos y dispuestos, encuentra, sin embargo, más acomodado el que se señala con el número 2 por haberse conciliado en él bastante bien los diferentes requisitos de extensión suficiente, dignidad y economía. Se los devuelvo a Vd. Comunicándole de acuerdo de la elección que queda otra para su satisfacción y efectos consiguientes.

Madrid, 28 de septiembre de 1851, Eugenio de la Cámara. Sr. Don Juan José de Alzaga, arquitecto académico supernumerario, cuyo proyecto compuesto de cuatro planos que representan la planta general de la Iglesia, fachada principal, corte o vista interior de la misma, en la prolongación desde el pórtico al presbiterio y camarín de la Virgen y vista de uno de los costados de todo el templo, con sus accesorios con su presupuesto respectivo de erección y tengo el honor de poner en manos de Vd. Para que merecida su indulgente benevolencia pueda elevarlos al Gobierno de S.M. para su superior aprobación y resolución soberana, y que la villa de la Calzada de Calatrava obtenga la dicha de alcanzar los efectos que en este religioso proyecto se ha propuesto; siendo aproximativamente el presupuesto de gastos generales de la reedificación del referido templo parroquial, importante en reales de vellón –millón doscientos cincuenta y cuatro mil seiscientos treinta y cuatro, según se manifiesta por el cálculo en detalle que a continuación se presenta:».

Biografía:

1850-1853 Calzada de Calatrava. Expediente sobre «necesidad de reedificar la iglesia parroquial, incendiada por los facciosos carlistas en febrero de 1838 (Archivo Diocesano de Toledo).

Discurso que, con motivo del restablecimiento de la Escuela Práctica de Dibujo, dijo en las salas consistoriales el doctor Don Andrés Gómez de Somorrostro.

Biografía de Juan José de Alzaga (Miguel Ángel Chávez Martín).

Memoria descriptiva del Puente Acueducto de la Ciudad de Segovia (1835).

Los efectos en España del terremoto de Lisboa, escrito por José Manuel Martínez Solares.

Bases documentales para el estudio de la teoría arquitectónica (1814-1858) en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (María del Rosario Santamaría Almolda.

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