El 27 de junio de 1810, la partida del cura Francisco Ureña entró en Almagro y ocupo algunas calles sin que ningún vecino avisara a los franceses de lo que estaba ocurriendo. Cuando éstos se dieron cuenta del asedio se enfrentaron a los invasores presentándose el Intendente de la Mancha, Francisco de Sarachaga, en la Calerilla de San Ildefonso, a media legua de Almagro, dejando cien hombres de caballería en un huerto y otros tantos de infantería en el hospitalito de San Fernando.
Pasado cuarto de hora, se presentó la partida en dos avanzadas a una distancia de unos quinientos pasos una de otra y los soldados franceses les hicieron fuego inmediatamente, quedando destrozada una de 50 hombres y, posteriormente, otra de igual número. Los demás se resguardaron en los fosos y parapetos, encerrándose en la plaza y la torre, que la utilizaron como pequeña fortaleza. Al rato, salió en columna unos doscientos hombres de la a recoger a sus muertos y, una vez identificados, volvieron a resguardarse en la torre para volver a hacer fuego, siendo perseguidos por los franceses hasta los mismos caballos de Frisia que circundaban la plaza, donde murieron algunos españoles. En la lucha, que duró sobre unas cinco horas, hubo cuatro muertos y seis heridos en las tropas francesas y otros tantos en los del bando español. En la retirada de éstos se llevaron varios algunos presos, saqueando la casa del municipal Mesa. Este día abandonó la milicia cívica el cuerpo de guardia, por lo que fue arrestado su comandante.
Al día siguiente los de Ureña volvieron a repetir el cerco y el fuego, aunque fue menos intenso, saqueando la casa del municipal Pimienta y apuñalando a su esposa –por haber insultado a los soldados y hablar con entusiasmo en esos momentos del rey José I y de su gobierno- que murió en el acto. Se llevaron presos a algunos empleados, a los alcaldes de la villa de Valenzuela y a un amigo del Intendente de la Mancha, natural de Bolaños de Calatrava. Este Intendente llegó a escribir una carta al ministro de interior José Martínez Hervás, Marqués de Almenara, sobre lo sucedido e informando de que los pueblos estaban prestando más apoyo y obediencia a las partidas que al gobierno y los pueblos se encontraban en una situación deplorable, con numerosas partidas que imponían la ley, llevando a cabo numerosos robos e impidiendo la recolección de semillas.
Los franceses fueron avisados de que a los de la partida de Ureña les llegaba refuerzo y aquellos salieron a enfrentarse con los de éste, matándoles seis hombres e hiriendo a otros tantos. Debido a que la tropa francesa carecía de municiones se retiraron a Valenzuela no por ello sin dejar de hacer frente a las guerrillas.
El 28 los de José Bonaparte volvieron a cercar la plaza y corrieron a la torre, arrojando fusiles y morriones –matando a 5 hombres- y viendo que no querían salir de su escondrijo se retiraron después de haber ocupado durante 7 horas el pueblo.