Varón y varona: sobre la ideología de género

Recorte de prensa sobre la clausura del curso en el Instituto Nacional de Enseñanza Media "Eduardo Valencia", publicado en el periódico Lanza el 16 de junio de 1971, donde intervinieron los profesores Carlos Díaz y Tomás García de la Santa
Recorte de prensa sobre la clausura del curso en el Instituto Nacional de Enseñanza Media «Eduardo Valencia», publicado en el periódico Lanza el 16 de junio de 1971, donde intervinieron los profesores Carlos Díaz y Tomás García de la Santa.

Con motivo de la celebración del 50.º aniversario del Instituto “Eduardo Valencia” de Calzada de Calatrava, este blog quiere también poner su granito de arena y comienza con un artículo escrito por el doctor en filosofía (Universidad Complutense de Madrid), Carlos Díaz Hernández, que fue uno de los profesores que participó en la clausura del primer curso de nuestro Instituto (año 1970-1971), dando una conferencia sobre Emmanuel Mounier –fundador del personalismo comunitario y de la revista Esprit-, junto con Tomás García de la Santa –profesor, entonces, de la Universidad de Valladolid. El tema del artículo trata sobre la ideología de género y fue sugerido por mí, cuando me puse en contacto con el profesor mediante correo electrónico.

Currículum

Carlos Díaz está ya jubilado y es, además, Dr. en derecho (Uned, Madrid); Dr. en psicología (Universidad Galileo Galilei, Guatemala); Dr. Honoris Causa por la Universidad Galileo Galilei y por la Universidad Nexum (México). Es autor de 311 libros de ensayo (sobre filosofía, teología y pedagogía) y de gran cantidad de artículos, habiendo traducido a grandes pensadores. Conferenciante principal en numerosos países de Europa, Latinoamérica y África en las universidades más importantes (algunas de ellas se pueden ver en Youtube). Director de varias revistas, como la Revista InternacionalCommunio y Acontecimiento, ha dirigido las colecciones de historia de filosofía (editorial Cincel), Esprit (editorial Caparrós) y de filosofía (editorial Progreso, México) y actualmente dirige las tres colecciones de filosofía (Serie Roja, Serie Verde y Serie Persona). En 1984 fundó el Instituto Emmanuel Mounier y, posteriormente, la Fundación Emmanuel Mounier, donde ha sido director e impulsor de varios proyectos (clásicos básicos del Personalismo y la publicación, en español, de las Obras Completas de Mounier, por ejemplo). Es investigador y difusor del Personalismo, que ha extendido a varios países Latinoamericanos, especialmente a Guatemala donde ha dirigido la Editorial Sinergia. Ha sido galardonado con el Premio Internacional Emmanuel Mounier (París, Francia), Premio de la Academia Internacional de Humanidades (Valencia, España) y Premio Gigante del Espíritu (Valencia, España) y ha sido homenajeado en algunas embajadas. Sobre su pensamiento filosófico se han escrito veinte Tesis en diversas partes del mundo.

1. El machismo

Causa vergüenza contemplar el abuso del machomán en cada una de las manifestaciones de la vida cotidiana. El  macho alfa puede sin duda ser designado como animal ginéfobo, pues realmente trata a la mujer como a un objeto de persecución y de cacería presumiendo de priapismo y de hipertrófica  genitalidad. En muchas ocasiones no se es siquiera consciente de ello, aunque no decimos esto como argumento exculpatorio. No hay reunión de machos donde el arte venatorio no haga rápido acto de presencia. Los chistes, las risitas, las segundas intenciones, el albureo, no pueden faltar en el imaginario social de los más avispados, ni en el de los más torpes alcoholizados en cada fiesta.

Lo que el hombre comete con la mujer podría ser calificado de antropocidio, y no solo por las decenas de muertas que cada mañana aparecen violadas y descuartizadas.  Algo hasta la fecha tan humillante y sórdido, que, la mujer debe pedir permiso para todo, incluso para salir de casa a determinados lugares a su gallo, cuya expresión favorita es aquí sólo mis chicharrones truenan. He ahí al galán mariachi rodeado de gallinas ponedoras. El hombre se emborracha por costumbre, propina a la mujer tremendas golpizas, la cubre de infidelidades sin límite, se burla de ella, la cosifica y ridiculiza, pecadillos menores para la mayoría de la población. Si la mujer adoptase esas mismas pautas de conducta, pobre de ella. Él controla el dinero, y su mujer recibe si acaso de él algunas migajas “para sus gastos” a cambio de abrir las piernas en compás cada vez que así lo dispone su proveedor, y eso en el caso más favorable de que el macho traiga a casa algún dinero. La fanfarronería, las infinitas licencias que se permite ese cabrón  sobre las mujeres en general y sobre la suya en particular, parecen llamadas a perpetuarse como si tal cosa.

Uno de sus resultados colaterales es la abrumadora cantidad de madres solteras, a veces con la complicidad de ellas mismas. A un macho que hace hijos por donde va pasando para inmediatamente abandonarlos la ley apenas le penaliza con la manutención de su prole, entre otras cosas porque los jueces mismos minimizan los hechos. Demasiadas mujeres están apagadas, resignadas a este estado de cosas, e incluso llegan a ver con toda naturalidad que una madre pueda ser padre y madre, tenga que asumir el rol de padre como si la prole no necesitase de referente paterno. De aquí el matriarcalismo fáctico y el culto hiperdúlico a la madre, no a la mujer: sólo mi madre es santa y pura, y el resto basura.

Dicho esto, infortunadamente asumir este estado de cosas ha llegado a ser la única manera de sobrevivir para muchas mujeres: “En el campo de la violencia doméstica hay mujeres que muestran trastornos en esas situaciones de estrés. Motivadas por sentimientos de venganza, rencor y animosidad, también ellas se comportan destructivamente, al tiempo que se autoperciben como santas mujeres que tiene que aguantarlo todo (1). Luego, la calma y de lucidez son momentáneos remansos de paz en medio de la tormenta. Desde su impotencia fáctica, estimula un sentimiento de omnipotencia al mismo tiempo; acechará o agredirá a la nueva compañera o compañero del ex, telefoneará a los amigos comunes y a sus socios para arruinar su reputación, inventará, denunciará abusos contra los niños, intentará  arrebatar la guardia y custodia de los niños al padre, atentará con actos vandálicos contra la propiedad del cónyuge, escenificará intentos fallidos de suicidio, o incluso matará por venganza.

2. Ideología de género: ¿el varón culpable por serlo?

Según los planteamientos ginecocráticos, el varón es culpable por  ser varón, y la mujer su víctima. A tal ideología de género hasta los viejos machistas parecen ahora apuntarse para no ser puestos bajo sospecha; el varón domador debe ser domado: – Los varones son culpables por ser varones – El varón padre también, por ser varón. Dos varones hacen una buena madre, dos varonas hacen un buen padre en la familia monomórfica. Por paradoja, no se sabe quién es el varón y quién la varona, dada la ambigüedad ilimitada del género. – Pese a ello, el género varona reemplaza al género humano. – La jerarquía es una construcción social del malvado patriarcado occidental frente al matriarcado idílico. – Se potencia un neolenguaje para controlar el terreno semántico, pues quien controla el control semántico gana. – Nadie se atreve a contravenir el relato feminista por pánico a ser linchado. – Se convierte en políticamente correcto un nuevo género de ideología, la del empoderamiento sin el debilitamiento de lo que no sea el propio “genero”, como si no hiciese falta desempoderar a los explotadores y explotadoras para empoderar a los explotados y explotadas, como si la euforia empoderadora no necesitara un desempoderamiento compensador.

Empoderamiento y debilitamiento son el haz y el envés de la  compasión. El empoderamiento compasivo: a). Debilita al incompasivo y fortalece al débil, lo fortalece también en su capacidad de ser fuerte. b). Es dinámico y comunicativo, pasa de estar dormido a estar activo y rugiente, y a apagarse. c). Se manifiesta a través del deseo de ser más  y mejor, contra la anorexia desiderativa. d). Conlleva voluntad de reciprocidad en el reconocimientoe). Es personal y sinárquico, sinergia donde todos ganan (win-winrelationship), sin que desaparezcan las diferencias. f). Y, como nadie da lo que no tiene, el poderoso es autocompasivo.g) Todaabnegación (ab-negatio, negación del propio poderío enfermizo) escom/passio. Por eso la compasión cesa cuando la persona (propia o ajena) deviene desechable[2].

Personalmente vivo todo esto con esperanza y con miedo, y como terapeuta trato de sanar heridas. Vivir sin esperanza y sin miedo es una enfermedad psíquica bien conocida, y desde luego dista de ser el ideal de perfección. La estructura pística, fílica y elpídica del ser humano resulta incompatible con la frivolidad racionalista del tipo “Yo soy lo que soy y también lo que no soy”. Pero mi yo es participial por el orgullo de lo ya realizado durante la búsqueda del ideal de perfección; el yo fidelizador no dice ergo sum,  sino ergo sursum, hacia arriba y prorsum, en tu favor, porque nadie va hacia arriba si no tiene con quien ir, y adsum eternizador, no un poliamor de manada. Nosotros, idealistas de y desde la realidad, pensamos que sin idealidad no hay realidad, que la realidad no existe sin su lanzadera eternizadora, y que la evolución perfectiva de lo material no tiene lugar sin esa levadura de lo espiritual que hay en ella, no en Peter Pan.

3. Trans

La ideología de género es una entelequia performativa, que “niega la existencia de hombres y mujeres, y afirma que solamente existen sujetos que pueden cambiar de una conducta y una apariencia masculina a otras femeninas, indistintamente” (comunicado del Partido Feminista de España, 4 de diciembre de 2019). Todo es trans, proposición que va más allá  de sí misma, pues está en todas partes y en ninguna, como los electrones: si los iluminas demasiado aparecen en otro sitio, se ocultan, se desplazan, no dan la cara. Trans viene a ser (o a estar, por mejor decir) una categoría transcategorial: como el yo de Sartre, está donde no debería estar, y no está  donde debería. Trans es, pues, como tal, la negación del principio de identidad; en el momento en que da la cara, se oculta, es trans/siendo. Como tal, todo le está  permitido al trans macho o hembra (género epiceno), pasa sin  pena ni gloria cual meteorito fugaz, nunca cuaja, viene a ser una potencia convertida en acto y de nuevo un acto destituido en potencia. Errático, vive en la estela de sí mismo. Arsenio Lupín, no lo localiza ni la lupa del mejor detective, nunca te acostarás dos veces con el mismo trans.

Sin embargo, no hay quien no lo haya visto, habita en su seno y lo defiende en simposios interminables en el salón Romerales, donde sabes cuándo entras pero nunca cuándo sales. Lo trans (transpersonal, transexual, transreligioso) es un lecho de Procusto donde la respuesta es que todos saben lo que nadie sabe de cada uno. Inidentidad mutante, su única identidad es la inidentidad,  la plenitud del vacío. ¡Qué diver para los neohipis autotélicos lanzados por la cubeta de Epicuro, hale hop: átomos, vacío y movimiento! Jovenazos y vejancones desinhibidos, ¡a jugar! Si todo en la vida está trans, también lo estará la transmuerte, el transvivirse transmuriendo. Todo un galimatías donde no sabes si subes o si bajas pero estás tan feliz, una verdadera movida de blogueros gurús, los cuales saben más que los astrofísicos profesionales, e incluso se apoyan en fórmulas “cuánticas” para leernos el sentido de las estrellas en  nuestra frente: lo trans objeto de transfé, lo transdivino, oh presencias ausentes de un hinduismo barato que casi nadie ha estudiado media hora. Así que gaudeamus igitur, vayamos hacia el altar que laetifica nuestra juventud, hacia el vacío cósmico donde reencarnaremos hasta hartarnos con un  atracón de nada, pues todo está en su mayor parte vacío, con menos de un átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno haya quintillones de átomos en ese mismo metro cúbico.

4. Persona hombre, persona mujer

En esto de la ideología de género estoy con Shakespeare, pues no sé qué bien género dialéctico emplear con la cuestión del género, si “primero, la réplica cortés; segundo, el sarcasmo moderado; tercero, la réplica brutal; cuarto, el rechazo valiente; quinto la negativa pendenciera; sexto, el  desmentido indirecto; y aun este puede evitarse con un ‘si acaso’. Este ‘si acaso’ es el único pacificador; mucha virtud hay en este ‘si acaso’[3]. Así que, si acaso, ¿qué es género?, ¿existe un género humano común a varones y varonas, o son dos géneros totalmente diferentes, genero her y género his? De ser así, ¿estaría la relación entre ambos sometida a tensiones y descalificaciones recíprocas, si acaso?, ¿es, si acaso, el género un ente metafísico abstracto, una masa social gregaria, una determinación psicoafectiva, sentimental?, ¿es un constructo político elaborado por el poder de turno para actuar totalitariamente en nombre de la democracia, si acaso? Con tanta complicación (hoy se dice con la fabla progre que el fenómeno es muy complicado, aunque debería decirse complejo, pues ni todo lo complicado es complejo, ni todo lo complejo complicado), la cosa se tornaría irresoluble (que no es lo mismo que insoluble).   En resumen, ¿es el género un concepto unívoco, equívoco o análogo, si acaso es un concepto?

La expulsión del Partido Feminista de España de Izquierda Unida, la querella criminal contra su presidenta Lidia Falcón, el acoso, insultos y amenazas graves de algunas feministas históricas por parte de otras feministas, el manifiesto contra la ley Trans de Irene Montero, la creación de la plataforma Contra el Borrador de las Mujeres para luchar “contra la imposición de la doctrina Queer”, todo eso no son meros enfrentamientos suscitados por diferencias personales. Yo, ante la acusación mutua de unas y otras feministas, ni quito ni pongo reina. Lo que necesitamos es saber qué relación existe entre cuerpo, sexo, libertad, fidelidad, etc.

Para mí, ser persona-hombre es algo tan inevitable como respetable, del mismo que ser persona-mujer. Tampoco tengo nada contra la homosexualidad. Pero ¿por qué el hombre mira a la mujer y a esta no le gusta su mirada se convierte en peligroso violador potencial? Esta nueva inquisición que juzga puro o impuro y condena sin pruebas cava la fosa de todos y de todas.  De paso, avergüenza también la cobardía cómplice de las camadas de legisladores, jueces y restos de aparatos ideológicos del Estado, que además se proclama democrática.  En estas condiciones, todo Estado es un violador en potencia.

Al así escribir ya sé que estoy juzgado. Si Gonzalo de Berceo era machista porque no escribía ellos y ellas, un triste plumilla como yo debería ser colgado de los huevos, y digo huevos, o mejor de los testículos, porque yo sigo la tradición de jurar por mis testes, como los viejos castellanos que así demostraban su honorabilidad. Testimonio es poner por testigo a sus testes.  Sigo diciendo con La Codorniz censurada por don Francisco: “Bombín es a bombón como cojín es a X, y nos importan tres X que nos cierren la edición”.

Existen machos alfa, machos beta y machos zeta, no todos son iguales. El machismo es un hijo mimado del desempleo conceptual (la burricie), que tan bien combinaba con  la manutención de las mujeres con la pata quebrada y en casa, algo que desgraciadamente no hay Ministerio de la Mujer ni del Hombre que lo impida. Los famosos “observatorios” para ministras de casoplón…. ¿no habría mejores formas de invertir los fondos estatales en cosas mejores que en tamaña  mamandurria? ¡A cuánta gente está alimentando la ideología de la mamandurria! Para que quede claro: La conversión en ideología de una cuestión tan grave, su indoctrinación forzosa a cargo de los presupuestos generales del Estado, como si no hubiese nada más urgente, el mal profundo de la cultura, mismo que encuentro en general entre machistas y feministas de mamandurria, el seguimiento viscoso de los cobardes correctos, o se columpian en el “esto es muy complicado”, todo ese mensaje que defiende la identidad de la inidentidad, es un grave problema. Si acaso, claro.

(1) Hirigoyen, Marie-France: El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Ed. Paidós, Barcelona, 1999; El abuso de la debilidad. Ed. Paidós, Barcelona, 2007; Las nuevas soledades: el reto de las relaciones personales hoy. Ed. Paidós, Barcelona, 2013.

(2) Díaz, C: De la razón dialógica a la razón profética. Ed. Móstoles, 2003.

(3) Shakespeare: Como gustéis. Editorial Cátedra, Madrid, 1997, p. 53.

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