Valero, el maestro que nos enseñó gratuitamente

Corpus Ruiz Fernández, uno de sus primeros alumnos.

La rondalla en el concierto que, en enero de 1979, dio en el casino de Calzada de Calatrava

No era maestro del Ignacio de Loyola ni profesor del Eduardo Valencia, pero a muchos calzadeños nos transmitió sus conocimientos musicales gratuitamente. Me estoy refiriendo al herrador Valero, que trabajaba enfrente del kiosco de El Egido y al lado de la casa de el Bonito. Sus primeras clases las impartió en su despacho, que estaba situado al lado donde tenía sus herramientas, como el pujavamente o la legra, para poner las herraduras a los caballos, mulas o asnos; animales muy útiles para los agricultores a comienzos de los años setenta. Posteriormente pasó a enseñar en su casa, situada al lado del que fue el convento de capuchinos.

Enseñó a tocar la bandurria, el laúd y la guitarra a muchos niños que, con el tiempo, formarían una excelente rondalla, llegando a actuar en el corral de comedias de Almagro, entre otros muchos sitios más, y en las fiestas del pueblo acompañando al coro de niñas que, dirigido por Don Luis Sevilla -sacerdote de Calzada en esos tiempos y actualmente residente en Membrilla-, cantaban en la Iglesia, donde la solista era Mercedes Ruiz. La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II permitió la incorporación de nuevos instrumentos musicales y un nuevo tipo de canciones, conservando la misa tridentina, el canto gregoriano y los órganos de catedrales o colegiatas.

En la siguiente foto se ven los primeros alumnos a los que les impartió clase: Berna, Pedro Llario, yo, Jacinto, Ramón y Juan Antonio. Es una foto en la casa donde pasé mi juventud en Calzada. También están sus hijos, mi hermana y su sobrino Juan Antonio Camacho, ya tristemente fallecido. Fue éste, junto con Lorenzo, el hijo del practicante fajina, quien nos animó a Ramón y a mí a ir a un festival que se celebró en el Instituto “Eduardo Valencia”; así lo hicimos y obtuvimos un premio por el que nos concedieron una placa, que se la dimos a nuestro maestro y la colocó en su despacho del herradero.

Sus primeros alumnos tocando en la casa donde residí en Calzada de Calatrava.

Comenzó a enseñarnos cómo coger la bandurria y usar la púa para, posteriormente, ir aprendiendo nuestra primera canción, Guadalajara en un llano, a las que siguió Sebastopol, las cintas de mi capa y la, entonces, muy popular “Y viva España” de Manolo Escobar. No sólo se quedó ahí su enseñanza sino que también nos enseñó solfeo, usando el método de Hilarión Eslava. ¡Quién de sus alumnos no se acuerda de la famosa lección número 37, que nos costó tanto pasar por lo difícil que era!

Junto con su sobrino, y el ya mencionado Lorenzo, salíamos algunos días de ronda tocando por las calles del pueblo, sobre todo en las fiestas de septiembre, la Virgen de los Remedios y el Cristo. Una vez aprendimos a tocar bien y saber solfeo, comenzó a darnos clases usando partituras musicales y, uniéndonos a la rondalla de Don Luis Sevilla, pasamos a ensayar a una casa que había en la calle Castillo de Calatrava. Ya no eran sólo pasodobles, sino también zarzuelas –el barberillo de Lavapiés- e incluso partes de óperas como el Barbero de Sevilla.

Cada año, la rondalla junto con el coro, hacíamos una excursión a una ciudad española. Recuerdo con especial cariño la primera de ellas, que fue en Granada, no sólo por la visita que hicimos a la Alhambra sino porque hubo niños que al regreso, desde el autobús, repartían almanaques del pegamento Imedio para hacer publicidad. Otras capitales de provincia que visitamos fueron Córdoba y Segovia, donde vimos a un sobrino de Doña Mari, profesora del Instituto Eduardo Valencia.

Muchos niños a los que nos educó musicalmente Valero también ingresamos en la banda de música, entonces dirigida por Carmelo Ortiz. Así que, de modo indirecto, él hizo posible que la agrupación musical del pueblo creciera y mejorara, llegando a actuar a sitios como Alicante –en las hogueras de San Juan- o Valencia –en las fallas. Así lo relata Goerlich, el corresponsal de Lanza en Calzada de Calatrava:

“… queremos recalcar, una vez más, las inquietudes artísticas de nuestra juventud, de ambos sexos, hecho que se complementa con el entusiasmo y abnegación de don Valero Moreno Ciudad, director de la rondalla, que de manera totalmente desinteresada se dedica a enseñar solfeo a niñas y niños, con miras al fomento de la rondalla o de la banda municipal, pues se da el caso de duplicidad en muchos de los intérpretes que actúan en la banda tocando un instrumento de aire y en la rondalla cualquier instrumento de pulso y púa. En atención a estos desvelos del señor Moreno Ciudad, recientemente nuestra Corporación Municipal, a propuesta del concejal delegado de música, señor Rodríguez Moraleda, acordó por unanimidad concederle una gratificación especial de 25.000 pesetas, que si bien no quiso aceptar, dado su amor por nuestro pueblo y de todas las manifestaciones artísticas que redunden en pro del buen nombre y fama de Calzada, al fin se le hizo que la aceptara por ser el reconocimiento unánime a una continuada labor digna de mayor encomio… aunque ni con ello ni con mucho más pueda pagarse el servicio que le está haciendo a todo un pueblo”.

Uno de los grandes conciertos que dio la rondalla fue el 6 de enero de 1979, en el casino de Calzada de Calatrava, interpretando el siguiente programa: “Bajo la doble águila”, “El Danubio Azul”, la jota de “La Dolores”, “Alborada Gallega”, la fantasía de “El Barberillo de Lavapiés” y el pasodoble “Verónicas y faroles”. En la foto de la portada pueden verse todos sus integrantes.

Y cómo no acordarse del día en que fuimos a actuar al programa infantil “La Guagua” de Televisión Española, presentado por Torrebruno, y que según unos de los integrantes de la rondalla, Cándido Morales Boiza, fue entre el 19 al 26 de febrero de 1977. He intentado varias veces conseguir el vídeo solicitándolo a TVE, pero me ha sido imposible ya que al final recibí la siguiente respuesta:

“… no podemos atender peticiones individuales de este tipo. Quizá mi compañera le pueda orientar si se trata de una petición canalizada por la vía institucional. Para la correcta valoración de su solicitud necesitamos que nos indique cuál es la institución solicitante y el uso que harían de las imágenes”. 

Por tanto, animo a que el Ayuntamiento proceda a solicitarlo para estrenarlo en algún acto cultural, ya que las nuevas generaciones seguro que desconozcan este hecho y sería bueno dárselo a conocer. Finalizo diciendo que hace unos años, muchos de los que fuimos sus alumnos, participamos en el homenaje que le hizo el Ayuntamiento, muy merecidamente, procediendo a regalarle una placa con el siguiente texto:

“A Don Valero Moreno Ciudad, en agradecimiento por su labor en pro de la cultura y la música de nuestro pueblo”.

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