En este quinto artículo seguimos con las declaraciones del día ocho, en el que comienza declarando Luisa María Marjalizo diciendo que su hijastra Josefa Martín González le había contado que yendo a lavar se encontró con La Tierna, la cual le exigió que le diera un torrezno a lo que respondió que cómo en esos momentos iba a llevar eso; y al poco rato de comenzar a lavar le dieron unos dolores muy fuertes. En otro momento le pasó algo similar, cuando la misma persona le pidió un bolso y tampoco se lo dio. En ambos casos supuso que La Tierna le había echado mal de ojo, por lo que fue a su casa a exigirle que le curara los dolores, ya que en caso contrario la denunciaría. También comentó que Ana Marín y una mujer de Hinojosas habían venido a curar a su hijastra; que oyó a Ana Peinado decir que a su marido le echaron mal de ojo una mujer llamada Guillerma y vino a curarlo María La Segadora, de Chillón; que Diego Caballero, vecino de Chillón, descendía de judíos y que un hijo del tal Caballero fue llamado para tomarle declaración ya que quería ser sacerdote; que María de Córdoba curaba el mal de ojo y La Lorcana las culebrillas. Juan Martín Lorenzo acusa a Catalina (a) Pata de Palo de curar hechizos y haberle hecho mal a muchas personas y que Ana Marín tenía las mismas habilidades que la coja; que un hombre de Siruela curaba a algunas personas, lo mismo que La Juliana, mujer de Francisco Carmona. Antonia Moreno refiere que en Alcolea de Calatrava había una mujer, Quiteria, de mala fama y en Porzuna otras dos –Gallenza y La Loperana- que decían que echando en un pozo un puñado de garbanzos, volviendo la cara al otro lado, se quitaban las verrugas. Francisco Delgado afirmó que Cristóbal Ramiro quedó ciego por culpa de su mujer, María Antonia Tamaral y que Ana Marín, La Coja Pata de Palo eran brujas que curaban. María Pedraza comenta la frase que María Mica decía tres veces cuando curaba la erisipela o una hinchazón, y que es la siguiente: “en el nombre de Jesús y de María, sea seca y poseída. Virgen María, primero tu gracia y luego la mía”.
El clérigo de menores, Juan Félix Navarro de Salas, oyó de su tía Agueda María de Salas que Josefa Infante fue llevada ante el gobernador y superintendente de las minas, Francisco Javier de Villegas, por intentar usar unos polvos para hacer el mal; que Francisca Fernández Castaño quería casarse con Juan del Corral pero que no lo conseguía, por lo que Antonia Vincona le dijo que si quería conseguir su objetivo le diese una enaguas suyas y otras de la madre de Juan de su amado; así lo hizo pero viendo que no consiguió su objetivo estuvo esperándole un día con un palo para pegarle y le dijo que era una pícara hechicera y que daría cuenta al Tribunal. Miguel de Paz dijo que tenía la gracia de curar la erisipela y la culebrilla haciendo seis cruces a la vez que decía esta oración: “En el nombre de las tres personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero; y la lana del inocente Cordero y el aceite de la oliva” y cada vez que hacía una cruz decía “Jesús, José y María, seca te veas y consumida [en referencia a la culebrilla]”. El clérigo de menores, Pedro Bejarano, se enteró de que Antonia Rincona le dijo a Juan Lucio que si quería ir a casa de Justina Murillo, sin que su marido se disgustase, debía de darle a Justina su semen para que lo diese de beber a su marido, una vez hubiera sido tratado por ella. El presbítero José Antonio Arcayos dijo que el Santo Oficio vino a Almadén en dos ocasiones a investigar a Ana Marín pero que no pudieron probar nada, por lo que no hubo castigo. Juan Mayoral y Barea oyó que Antonia, mujer de un sastre, curaba a los niños con sólo saber su nombre, sin necesidad de verlos, como así lo hizo con el nombre del niño al que hacía referencia una carta que recibió desde Madrid; también comentó lo ocurrido en la misa de la Iglesia de San Juan, donde Luisa de Puelles vio a Francisco Astorga realizar unas acciones no conformes con la religión católica cuando el cura elevaba la hostia y el cáliz; sabe que Pedro Matías cura las culebrillas con lana y una oración e Isabel de la Sola cura la erisipela. Juan Salvago contó haber padecido unas calenturas de origen palúdico, acudiendo a Ana Marín que le aconsejó tomar dos cuartos de azufaifas y que Miguel de Paz le curó una culebrilla con hinojo.
Francisco Pizarrosa Flores oyó decir a una vecina de Almadén, de apellido Gómez, que no había infierno y que El Moyano y Las Lasas tenían relación con la brujería. Julián Infante afirmó que el clérigo de menores, Juan Mayoral, le dijo que fuese a la puerta de la huerta de Begerza y entregase a Josefa Infante -de Hinojosa- pan, pescado, un trozo de lienzo y una gallina para que un hombre pudiese entrar en casa de Bernarda Zajuela sin que su marido lo impidiera. Al dársela tenía que decir “Santa María, el caballero de anoche está aquí”. Bernardo Ruiz Zatigüero manifestó curar el mal de ojo diciendo esta oración: “La mano de la Virgen María llegue antes que la mía, yo te toco y Dios te sane y Jesucristo y su Madre. Jesucristo nació, Jesucristo murió, Jesucristo resucitó, Jesucristo a los cielos se subió, así como esto es verdad, así se te quite todo tu mal. To te curo con la cruz, con la Santa Vera Cruz, con las Tres Personas de la Santísima Trinidad”. Jerónima Navarro contó que Catalina Romera y Agustina de Rosa hacía mejunjes con raspaduras de las uñas, sangre de la menstruación, cabellos de las axilas y de las partes impúdicas para atraer a un hombre a su voluntad. Diego Zerraza comentó que Everardo Pavís desolló un carnero en su casa el día del Viernes Santo, comiéndose las asaduras. Águeda María de Salas refiere que Antonia Zincona le propuso, para cesar las malas relaciones que había entre su hija y su novio, introducir tres alfileres en el corazón de un carnero, cocerlo en una olla y darle a ambos un tiesto de albahaca. Josefa Tirado menciona que yendo su madre, María Teresa Barea, a misa vio a Ana Marín sentada en el sitio donde ella solía hacerlo y mandó que se levantase, por lo que ésta se enfadó y dijo que se lo había de pagar; pocos días después enfermó y estando en la cama la sacaron, sin que se enterase, a la puerta del sol de la parroquia donde La Coja Pata de Palo dijo que la habían hechizado y al poco tiempo comenzó a mejorar. Isabel de Velasco Alarcón expone que a un hijo su hermano Juan lo curó del mal de ojo María de Córdoba, echando en un plato de agua unas gotas de aceite y diciendo la siguiente oración tres veces: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Señor que me dio la gracia me la da para esta criatura, Antonio. Yo te la pido, concédemela”.