Aunque estoy en ejercicios, y siendo Dios servido, acabaré para predicar día de San Andrés en San Justo, juzgo preciso responder luego a V. C., a quien deseo haya llegado y continúe con perfecta salud en compañía de los socios. Y en cuanto al contenido, digo que tengo por ociosa mi asistencia a esa resolución de diligencias cuando V. C. con esos Padres y otros de los expertos en esa materias, si fueren necesarios, lo pueden ejercitar, máxima siendo mi dictamen de tan poco momento. Confieso que sin muchas evidencias de bondad nunca asentiré a fundaciones de conventículos en que si se ponderan bienes y males no sé cuáles son los más y, cuando los tiempos y los frailes, así en especia como en número, ayudan tan poco para esto pide gran reparo y caminar con pies de plomo, porque on hay casamiento pobre, etc. Estoy muy contento en que no me toque más y en que espero me toque mucho menos. Este es mi sentir, valga lo que valiere, salvo mejorías.
Digo también que aunque quisiera ir, no será fácil tan aprisa…
(Sigue dando noticia del estado de salud y de las ocupaciones de algunos religiosos, y concluye la carta así: )
Los Misioneros no vendrán a lo menos hasta Navidad, con que sólo quedan Ventura y Solana alquilados, como a mí también me sucede, para los sermones a que convidan cada semana, que en la pasada hubo tres días.
(Hace algunas consideraciones sin importancia y fecha la carta en esta forma: )
Dios guarde a V. C. muchos años. Alcalá y noviembre, 27, de 1719. De V. C. afmº y m. s., Fray Félix de Almeyda.
El 29 de noviembre de 1719 se juntó la Definición a tratar de las diligencias que había hecho el P. Custodio, Fr. Agustín de Liébana, acerca de la fundación que ofrecían en la villa de La Calzada del Campo de Calatrava (Virid., pág. 164).
El resultado inmediato de esta Definición, y no obstante el parecer contrario del susodicho Fr. Félix de Almeida, fue aceptar la fundación, expidiéndose al efecto a D. Luis de Salazar el adjunto memorial sobre la fundación.