El 28 de mayo de 1821 fue la fecha señalada por el Gobierno del Trienio Liberal para que los franciscanos abandonaran el convento que tenían en la ciudad de Almagro. Dicha dicha acción no se pudo llevar a cabo porque muchas mujeres de este pueblo se revelaron y fueron a defender a la Orden Franciscana a su convento. Además, salieron por las calles manifestando su oposición a que dicho desalojo se llevara a efecto, siendo aclamadas por los hombres bajo el grito de ¡viva el rey!. Finalmente, el alcalde de este pueblo pudo contener el desorden que se produjo.
Días después, un miliciano nacional compuso unos versos en los que criticaba esa manifestación en defensa de los franciscanos por parte de las mujeres almagreñas, cuya letra fue la siguiente:
Escuchen de una beata
el cántico lamentable,
¡ay que se acaba la fe!
¡ay que se acaban los frailes!
Señora doña Mencia,
devota del padre frai,
al ver desierto el convento,
dó su vida pasó antes;
dó la perdonaron tantos
dó sus pecados mortales;
dó la dijeron de misas,
dó visitó a sus comadres,
anegada en llanto el alma;
¡ay que se acaban los frailes!
El mundo queda perdido
entregado a los seglares
y a los curas, casi todos
fuertes constitucionales;
ya no tiene doña Tecla,
una con quien desahogarse,
ni hábito que besar,
ni cordón a que agarrarse,
a no ser a un Santo Cristo…
¡ay que se acaban los frailes!
¿Para el dolor de jaqueca
dónde irá por cintas nadie?
¿y dónde por estampitas
que de peligros nos saquen?
¡ay que se acaba el remedio
de nuestros mayores males!
¡ay que se acaba la gloria
de los cerquillos amables!
¡ay que se acaba lo bueno!
¡ay que se acaban los frailes!
¡Pobrecito de frai Pedro!
¡pobrecito de frai Ángel!
¡pobrecito de los legos!
¡pobrecitos sacristanes!
¡pobrecitas de nosotras
sin tener ya quien nos salve!
¡pobrecitas de las almas
que irán ya donde iban antes
de existir sus reverencias!
¡ay que se acaban los frailes!