En el Boletín Diocesano, de 9 de agosto de 1862, la Junta Diocesana de reparación de templos hace una serie de preguntas a los párrocos de los pueblos en cuyos templos parroquiales existían todavía obras de reparación o construcción nueva, subvencionadas en todo o en parte por el Gobierno de Su Majestad, desde el 1 de enero de 1859 hasta la fecha, para que las contesten y las dirijan al Sr. Deán de la Santa Iglesia Primada o a su presidente. Las preguntas fueron las siguientes:
1.- Si las obras aprobadas y subvencionadas por el Gobierno en sus Parroquias o Conventos que existan en sus pueblos, desde 1859 inclusive hasta el día, se han hecho por administración (esto es, corriendo con su manejo y pago en todos sus pormenores la Junta local) o por subasta pública; expresando en este segundo caso si la contrata abrazó toda la obra o parte de ella, cuál fue ésta, y sobre todo el nombre y apellidos del contratista o contratistas que las remataron y tuvieron a su cargo.
2.- Si dichas obras fueron ya concluidas, o bien todavía se hallan pendientes de terminación: en el primer caso, cuando se concluyeron, y en el segundo cuál es el estado en que actualmente se encuentran, y para qué plazo se supone podrán quedar terminadas.
El cura párroco de Calzada, José Moreno, contestó al Sr. Deán y al Secretario de la Junta de reparación de templos que el Gobierno de Su Majestad había librado dos cantidades para la construcción de una nueva Iglesia, cuyas obras no se habían comenzado por la divergencia de opiniones acerca del lugar donde debía construirse y que en vista de ello el Gobernador Civil vino al pueblo, el 26 de agosto de 1862, para conciliar los ánimos pero que su resultado fue negativo, por la divergencia de opiniones que encontró. También informó que el Gobierno había entregado 8.124 reales para la reparación de la Iglesia de Huertezuelas, cuya obra había finalizado en noviembre de 1861, quedando un pequeño fondo que iba a ser destinado a la compra de ropa, habiéndose comprado ya una casulla. Pero que, teniendo dicha Iglesia la escalera fuera de su recinto y a su derecha e izquierda un cuarto y cocina que servía de habitación al sacristán, le habían avisado que aquel se había hundido, quedando la escalera por donde se sube a la bóveda y el campanario al descubierto. Por este hecho, suspendió la compra de ropas y preguntó a la Junta Diocesana de reparación de templos en qué debía emplear el remanente: si en la compra de ropa o en levantar el cuarto y asegurar, así, la escalera.
El nuevo párroco, Francisco Martín Martín, nada más tomar posesión de su cargo en 1864, hace saber al Tribunal Especial de las Órdenes Militares de la situación en que se encontraba esta población en orden al templo parroquial, ya que su construcción no había aún comenzado y se había habilitado provisionalmente una ermita para asistir a misa y otros actos religiosos. Este Tribunal logró que se volviera a formar un nuevo expediente para la reparación de la antigua Iglesia que fue incendiada, mediante una nueva Real Orden de Su Majestad, disponiendo que se tuvieran en cuenta del estado de fondos entregados de antemano por el Gobierno. Esta Real Orden fue comunicada por el Tribunal al Gobernador Eclesiástico del Campo de Calatrava, que estaba en Almagro, y éste lo comunicó a Francisco Martín Martín para la evacuación de las diligencias que había que practicar. El expediente de reparación pasó todos los trámites, llegando al Ministerio de Gracia y Justicia para su definitiva aprobación, habiéndose hecho constar en él que los 60.000 reales librados por el Gobierno estaban depositados en la Caja de Depósitos de Ciudad Real. Toda esta información fue comunicada por el párroco a la Junta Diocesana de Reparación de Templos, en mayo de 1867, que la pasó al Arzobispo de Toledo junto con la reclamación del arquitecto Francisco Enríquez Ferrer, sobre el pago de los honorarios devengados en la formación del proyecto de construcción del templo parroquial. La respuesta, en julio de 1867, por parte del Arzobispado de Toledo fue que la Junta constituida en Calzada era la que debía satisfacer los honorarios del arquitecto y contra quien debían hacerse las reclamaciones. Desde que el Tribunal Especial de las Órdenes tomó la iniciativa de la formación de un nuevo expediente la Junta Diocesana declinó sobre éste toda la responsabilidad que pudiera haber en este asunto, debiendo hacerlo saber así al arquitecto para que dirigiese las reclamaciones bien a la Junta Local o bien al Tribunal Especial de las Órdenes.
La reclamación del arquitecto Francisco Enríquez, hecha en octubre de 1866, decía que se consignaron, por Real Orden de ministro de Gracia y Justicia, 40.000 reales por parte del Gobierno de Su Majestad para la obra y que estaban en poder de la Junta Local de la villa de Calzada de Calatrava. Que hizo varios viajes, con el fin de dar principio a su construcción, pero siempre había tenido problemas para levantar el nuevo edificio en uno de los dos sitios céntricos que propuso, para comodidad de los feligreses, ya que había personas influyentes que se oponían y querían utilizar las ruinas de la primitiva parroquia para levantar la nueva, cuando ese sitio era un lugar inadecuado que podía afectar a la salud pública, al encontrarse al lado del cementerio. Y reclamó el abono de 17.035 reales por los honorarios de los trabajos ejecutados, descontados ya los 2.500 reales que había recibido por hacer los primeros planos, ya que fueron 19.535 reales el total del valor de los proyectos completos. La Junta Diocesana de reparación de templos acordó reclamar esta cantidad a la Junta Local de Calzada de Calatrava.
La Real Orden, de 23 de marzo de 1861, decía lo siguiente:
«La Reina (Q. D. G.) se ha dignado mandar que por la Ordenación de Pagos de este Ministerio y con cargo al ramo de reparación de templos, se entreguen a V. Ema. [en referencia al arzobispo de Toledo] las cantidades y con exclusivo destino a las obras de reparación y con exclusivo destino a las obras de reparación de los que a continuación se expresa. Lo que de Real Orden digo a V. Ema., en la inteligencia de que se previene lo conveniente a la Ordenación de Pagos de este Ministerio, para que adopte las disposiciones oportunas, a fin de que sea entregado a V. Ema., mediante recibo, el importe de la suma consignada por medio del Habilitado claro en la provincia, al cual únicamente deberá abonársele por esta comisión un cuartillo de real por ciento de la cantidad que realice y entregue, según se sirvió S. M. disponer en Real Orden de 27 de octubre de 1858».
Y entre los templos que se citaban estaban el de Calzada de Calatrava (40.000 reales) y Huertezuelas (8.124 reales). El Arzobispado de Toledo, en su boletín del 13 de febrero de 1864, vuelve a publicar en su boletín que el párroco de Calzada, como presidente de la Junta subalterna inspectora de las obras de construcción de su Iglesia parroquial, emita un informe sobre si están o no terminadas las obras y, en caso negativo, la causa que lo ha impedido. Lo mismo hacen en el boletín de 18 de junio de 1864 y 10 de junio de 1865.
Es en 1868 cuando comienza el Sexenio Revolucionario y la reina Isabel II es derrocada, yéndose al exilio. El proyecto de construcción de la Iglesia parroquial queda suspendido y a los pocos meses de la llegada del rey Alfonso XII se crea la diócesis de Ciudad Real. En el archivo de la diócesis de Ciudad Real no hay documentación relativa a la construcción de una nueva Iglesia parroquial en Calzada de Calatrava.
El 24 de mayo de 1898 tuvo lugar el último bautismo en la Iglesia de Ntra. Sra. del Valle y fue del niño Juan Francisco García Castaño (hijo de Salvador y Dolores) y el 2 de junio de 1898 tuvo lugar el primer bautismo en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción, de Valeriano Pascual Chicharro Ruedas (hijo de Ramón y Casimira). Las últimas confirmaciones en la Parroquia que fue incendiada tuvieron lugar los días 27 y 30 de octubre de 1889 y las primeras en la nueva Parroquia tuvieron lugar los días 14 y 15 de diciembre de 1889. En relación con las defunciones, la última fue la de Francisca Racionero Fernández (29 de mayo de 1898) y la primera la de Jesús del Castillo y Verdejo (13 de junio de 1898). Por último y respecto a los matrimonios, el último fue el de Tomás Campos Fernández y Laura Real López (8 de mayo de 1898) y el primero en la nueva Parroquia de la Asunción fue el de Pascual Camacho Almodóvar y Gertrudis Trujillo Herrera (5 de junio de 1898).
Bibliografía:
1850-1857 Calzada de Calatrava. Expediente sobre «necesidad de reedificar la iglesia parroquial, incendiada por los facciosos carlistas en febrero de 1838 (Archivo Diocesano de Toledo).
Discursos leídos ante la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, en la recepción pública de Don Francisco Enríquez y Ferrer (11 de diciembre de 1859).
Biografía de Francisco Enríquez y Ferrer, por Silvia Arbaiza Blanco-Soler.
Nota de Francisco Enríquez Ferrer, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Libro de los registros parroquiales de Calzada de Calatrava.