Extracto del capítulo «El origen del Pecado Mortal»

Pareja de mujeres recorriendo las calles de Calzada de Calatrava, con su cesta, su campanilla y entonando la saeta.

«En la tradición del Pecado Mortal, varias parejas de mujeres salen por las calles del pueblo a pedir li­mosna, portando un farol, un cesto y una campanilla, que la hace sonar una de ellas para anunciar su llegada a los vecinos que están en sus casas o a los que pasean por las calles. De vez en cuando, una de las mujeres canta una saeta que termina con la frase «para los que están en pecado mortal, para hacer bien y decir misa». Esta tra­dición llegó también a Valdepeñas y Aldea del Rey, donde la forma de hacerla era la misma como la que hoy se lleva a cabo en Calzada de Calatrava. Su origen procede de la Real Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza y santo celo de la salvación de las almas, que se fundó en Sevilla. El Papa Benedicto XIV, el 8 de abril de 1750, otorgó unas indulgencias a la Hermandad del Santo Celo de la sa­lud de las almas, conocida como la del Pecado Mortal, con sede en aquel entonces en la iglesia de Santa María Magdalena de Madrid, vulgarmente conocida como las Recogidas

Este párrafo es un extracto del capítulo sobre el origen del Pecado Mortal. Si quieres saber más, aquí tienes el enlace al segundo volumen, donde se habla de ello, así como al del primer volumen. También, la hermandad del Salvador del Mundo salía por las calles pidiendo limosna de la misma forma y cantando la famosa frase: «para los que están en pecado mortal, para hacer bien y decir misa».

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En Madrid, las saetas o coplas que se cantaron fueron tercerillas octosílabas, de rima consonante y con el primer verso de cada una de ellas suelto (8-8a-8a / 8-8b-8b / 8-8c-8c…). Aquí tenemos una parte de muchas de ellas.

Con cada culpa que añades

a todas las que ya tienes

mayor pena te previenes.

Anegado en tanta culpa,

¿no ha de ser triste tu suerte,

después que venga la muerte?

Contra la muerte no hay fuerzas;

pues ella rinde constante

al más robusto gigante.

Quien mal vive mal acaba;

y así llora tu pecado,

No amanezcas condenado.

De los peligros del mundo

el último es el más fuerte;

despierta; teme la muerte.

Hombre mundano, si tienes

el pie en una sepultura,

¿qué pretende tu locura?

Estas coplas, estructuradas en tercerillas octosílabas, utilizan una métrica y rima que facilitan su memorización y recitación. La rima consonante y el primer verso suelto crean un ritmo que resuena con la audiencia, haciendo que el mensaje sea más impactante.

En la misma hermandad de Córdoba, las saetas son más parecidas a las que se cantan en Calzada de Calatrava. Aquí una pequeña parte de ellas, recogidas en el libro:

Es el pecado mortal

un delito el más atroz;

porque es levantar su mano

el hombre contra su Dios

Siempre y quando que te arrojas

a cometer un pecado,

a Dios dejas ofendido,

y tú quedas condenado.

Todo el fuego del Infierno

no es bastante a castigar,

quanto el que peca merece

por un pecado mortal.

Si el pecar es un desprecio

de la Magestad de Dios,

¿cómo, pecador, no temes

su terrible indignación?

Esta copla utiliza una estructura métrica y rítmica que facilita su memorización y recitación. Los temas de culpa, castigo y redención son recurrentes, y las imágenes del fuego del Infierno y la indignación divina son poderosas y evocadoras. El tono admonitorio y el estilo directo buscan despertar la conciencia del oyente sobre las consecuencias de sus acciones, fomentando la reflexión y el arrepentimiento.

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