Orden general, dada por Narváez, tras la sentencia contra los criminales del incendio

Cuartel de la Guardia Civil, donde se encontraba el fuerte que fue incendiado en la Primera Guerra Carlista.

Cuartel de la Guardia Civil, donde se encontraba el fuerte que fue incendiado en la Primera Guerra Carlista.

SOLDADOS: ¡Allí entre esas ruinas se encierran las preciosas cenizas de 300 víctimas, que la mano asesina separó de la sociedad, ultrajando a Dios, a los hombres, a la patria y a la humanidad! Sus pálidas sombras cubiertas de sangre han atormentado mi reposo, pidiendo venganza contra los autores de su ruina: sus ecos sepulcrales han herido mi alma, y mi autoridad representante de la justicia y de su ley acaba de ejercerla, haciendo caer las cabezas de los autores de tan bárbaro suceso sobre los mismos cadáveres que aún humean entre los escombros de ese edificio, testimonio de la fiereza y barbarismo de los que llevan el pendón de la ignominia del siglo. Soldados del ejército: hoy se tranquiliza mi espíritu y mi conciencia al ver terminado el plazo, que nunca deja de cumplirse en los criminales y el pago de la deuda que debían ofrecer a la Nación ultrajada. Nunca, en ningún caso, cualquiera que sea la categoría del delincuente, he dejado de hacer perseverar la ley, la justicia y mi deber. Testigos habéis sido de mi inflexible rectitud; hoy tenéis a vuestros ojos un nuevo testimonio de esta verdad; y vivid persuadidos que mientras en el nombre de la Reina y de la Nación esté revestido del alto encargo de defender a la primera y salvar a la segunda, seré inexorable con el criminal, así como prestaré todo mi apoyo al honrado.

Y vosotros, habitantes de la Calzada que en vuestro suelo habéis visto con escándalo, que con horror se ha manchado con sangre indeleble las páginas de nuestra historia, colocándonos al nivel de las Naciones bárbaras; escarmentad en el justo castigo que reciben los criminales que abriga: volved a vosotros: seguid la senda de la virtud, y convenceros que no hay más camino que la Reina, la libertad y el triunfo de la justa causa, el que asegurara el ejército de reserva y su general Narváez.

Cuartel general de Calzada de Calatrava, a 16 de agosto de 1838.

 

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