En el 50º aniversario del Eduardo Valencia

Pilar Peñuelas, profesora que fue del Instituto de Calzada de Calatrava.

Parte de la Generación del 63, a la que Pilar Peñuelas enseñó Filosofía en 3º de BUP, en un reencuentro que tuvieron en el Instituto "Eduardo Valencia", de Calzada de Calatrava.
Parte de la Generación del 63, a la que Pilar Peñuelas enseñó Filosofía en 3º de BUP, en un reencuentro que tuvieron en el Instituto «Eduardo Valencia», de Calzada de Calatrava. Si de su marido Javier recuerdo las clases de matrices, en Matemáticas de COU, de Pilar no he olvidado un famoso debate que tuvimos en Filosofía sobre la pena de muerte.

A principios de octubre de 1979 llegué al Instituto de Enseñanza Secundaria Eduardo Valencia. Iba a impartir Historia, Griego  y Filosofía  a  alumnos de 1º, 3º de BUP y COU.  En estos tiempos difícilmente  hubiera podido ir. Ahora el Griego y la Filosofía son asignaturas optativas y de Historia mejor no hablar.

Hacía cinco años que había abandonado las aulas del Instituto como alumna, para ir a la Universidad y ahora volvía a ellas como profesora de Filosofía y Letras, Sección Geografía e Historia, la ilusión de mi vida. Quería llevar a la práctica todo lo aprendido y procurar mejorarlo. No sé si lo logré, pero  aparte de la enriquecedora experiencia que adquirí, me quedo con un montón de recuerdos entrañables, que rememoro cuando coincido con compañeros y alumnos de entonces.

Recuerdo a los alumnos de 1º de BUP  expectantes, ilusionados, ansiosos por descubrir qué era el Instituto y conocer a nuevos compañeros. A la clase de 3º de BUP en Filosofía, donde por circunstancias académicas superaba la ratio, eran más de 40 alumnos, menos mal que gracias a la tarima se me podía ver desde el fondo. Fui su Tutora. Y los de COU con Historia de la Filosofía, preparándose para la Selectividad y sin tener claro lo que iban a estudiar. Como veis utilizo términos en desuso.

¿Cómo era la vida en el Instituto Eduardo Valencia? La jornada era partida, mañana y tarde, incluidos los viernes. Algunos  alumnos venían en transporte escolar de Aldea del Rey y de Granátula de Calatrava. Celebrábamos Santo Tomas de Aquino el 7 de marzo y para Navidad alguna representación teatral, donde solíais imitar a los profesores. En torno a Semana Santa realizabais un viaje fin de curso. La Evaluación Continua implicaba  nuevas calificaciones que eran MD, I, SF, B, Not, y Sob. Recogidas en un ERPA  (Extracto del Registro Personal del Alumno). Trabajos casi obligados en Historia eran los relacionados con el General Espartero y con el Castillo de Calatrava la Nueva, que presentabais como mucho a máquina de escribir, tras la consulta de libros. Ahora con los nuevos contenidos, se salvaría el General con un poco de suerte, pero no conoceríais la importancia de la orden militar en el contexto medieval de la Reconquista. Cuando se acercaba la Semana Santa, me explicabais el Juego de las Caras. En clase los profesores podíamos fumar. De hecho, aunque en ese momento no fumaba, me regalasteis un encendedor de yesca. Como materiales didácticos disponíamos de una Biblioteca, encerado de tiza, fotocopiadora y el ciclostil, medio barato para producir muchas copias de un texto previamente escrito o de mapas marcado con un punzón. También se contaba con un proyector y un radiocasete. Pero sin duda alguna, el elemento más preciado,  era el interés de vuestros padres por vuestra formación. Esto quedó plasmado en la creación del APA (Asociación de Padres de Alumnos).

Durante siete años residí en Calzada de Calatrava, esto lo cambia todo porque  cuando vives en el lugar de trabajo hay una mayor implicación con alumnos y padres. Cuando terminaban las clases, salir por Calzada era como  una prolongación del Instituto. Mis dos hijas nacieron allí. Ibais a conocerlas y a traernos algún detalle. Todos los guardo. Empezaron allí la guardería y luego párvulos. Muchos de vosotros cuando dejasteis el Instituto pasabais por casa para pedir consejo o para enseñarme las notas que habíais sacado. Qué alegría ver que progresabais adecuadamente. También algunos de vosotros os dedicasteis a la enseñanza y coincidimos con el paso del tiempo en otros Institutos. En resumen, lo recuerdo como una de las mejores etapas de mi vida profesional y personal.  Pero como nada es perfecto, en esa época se produjo la muerte de una profesora y la de un alumno que nos afectó a todos.

En el curso 1988-89 volví de nuevo al Instituto Eduardo Valencia, allí encontré a compañeros de la primera etapa y algunos alumnos que te contaban lo que sus hermanos habían hecho y también te preguntaban cómo habían sido como alumnos. Ese curso todos los alumnos de COU aprobaron la Selectividad.

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